Estados Unidos

No sé a estas horas si la epidemia de peste porcina, allí entre los jabalís de la Collserola, está ya controlada. Ojalá que sí. El cerdo ha sido la despensa andante de este país que tanto conoció la pobreza y -gracias al cerdo- no conoció tanto el hambre. Ojalá, sí, que al pensar en cochinos no pensemos en ningún Ábalos, sino en el animal que nos salvó la vida. Y así salvemos al hermano cerdo de la peste.

La campaña electoral en Extremadura ha empezado en la medianoche del 5 de diciembre y se inaugura el ciclo electoral. El PP de María Guardiola, que parte como favorito, quiere evitar quedar en manos de Vox. El PSOE llega tocado por los casos de corrupción y con un candidato, Miguel Ángel Gallardo, que está imputado por la contratación del hermano de Sánchez. Además, voces de peso en los socialistas piden que las denuncias de mujeres del PSOE por comportamientos machistas contra el exasesor del presidente se eleven a la fiscalía porque consideran que la investigación interna se queda corta. Y salta un nuevo escándalo en el partido que no actuó ante las denuncias de acoso sexual de su líder en Torremolinos a una militante.

El PSOE avanza en los guiños a Junts y encarrila con ellos y el PP la ley contra la multirreincidencia. El debate público ha mutado y ha mutado claramente. Ya no se señala como anomalía que alguien pacte con Puigdemont. Ahora, de hecho, los pactos ya no se dice de forma acusatoria que se hacen con Puigdemont. Junts, un actor normalizado de la vida política española. Cataluña, con los niveles más bajos de apoyo a la independencia de la última década. De eso iba la ley de amnistía y todos disfrutan de sus consecuencias.