Yo debería ser flaca

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Desear perder peso

En este episodio hablamos con honestidad y sin juicios del deseo de perder peso.Nunca juzgo a una mujer por querer bajar de peso, ni considero que ese deseo sea una señal de falta de amor propio. Querer adelgazar no es un defecto individual: es la consecuencia predecible de vivir en un mundo que nos enseña, desde muy pequeñas, que el valor de nuestro cuerpo depende de su tamaño.También sé que hay razones médicas por las que alguien puede necesitar o decidir bajar de peso. Y esas razones no las niego ni las minimizo.Pero en este episodio quiero contarte por qué, a pesar de todo esto, me alejo conscientemente de prometer pérdida de peso en mi trabajo. Por qué considero que esa promesa, además de ser en la mayoría de los casos infructuosa, puede llegar a ser poco ética, especialmente cuando tomamos en serio la enorme cantidad de evidencia científica que demuestra la ineficacia de las dietas a largo plazo y los profundos efectos adversos físicos, emocionales y psicológicos que pueden dejar en nuestras vidas.Este episodio es una invitación a mirar más allá del número en la balanza, a cuestionar de dónde surge realmente ese deseo y a preguntarnos si el camino que nos han enseñado —el de las dietas y la restricción— es realmente el único que existe.

Una nueva obsesión corporal: la cosmeticorexia

En este episodio del podcast Yo debería ser flaca abordo una idea que ha rondado mi cabeza en los últimos meses y que he visto repetirse en varias publicaciones: la afirmación de que el movimiento de la aceptación corporal ya no es necesario o que ha fracasado. Que, supuestamente, en la era de Ozempic y los GLP-1 ya no necesitamos movilizarnos para aprender a relacionarnos con nuestro cuerpo tal como es.Yo no lo creo así. De hecho, estoy convencida de que el movimiento de la aceptación corporal, la diversidad corporal y el activismo antigordofobia son más necesarios que nunca. La violencia estética no ha disminuido; al contrario, se ha intensificado hasta dar lugar a nuevas formas de malestar y desórdenes, como la cosmeticorexia, la obsesión por el cuidado de la piel.Más que nunca, necesitamos seguir hablando de diversidad corporal y reclamar nuestro cuerpo como legítimo, justo como es.

Aceptarme me dió posibilidades

En este episodio del podcast Yo debería ser flaca converso con Juana Vélez, una estimada consultante que me buscó hace unos meses porque sentía el malestar de una relación con la comida que la hacía sentirse inadecuada. Ese fue uno de los ejes principales de nuestro trabajo juntas: no solo reconectar con su capacidad innata de autorregularse con la comida, sino también reconocerse como adecuada, suficiente y parte de la experiencia humana. Nada en ella estaba roto o funcionaba mal, y comprender esto —para ella y para cualquiera de nosotros— transforma la manera en que nos permitimos vivir nuestra humanidad: una experiencia que nunca será perfecta, pero que está llena de posibilidades.

Si dudas de tu fuerza, oye esto

En este episodio del podcast te comparto una reflexión que surgió después de ver —por segunda vez— un documental sobre las cinco grandes extinciones masivas que ha enfrentado el planeta Tierra. Al contemplar cómo nuestro planeta ha logrado recuperarse de eventos catastróficos que llegaron a borrar hasta el 90% de las especies, tanto marinas como terrestres, no puedo dejar de maravillarme ante la potencia de la vida. Una fuerza resiliente, inquebrantable, que siempre encuentra caminos para continuar. Y entonces me pregunto: ¿cómo olvidar que los seres humanos no estamos al margen de esa potencia? No somos algo separado de ella. Somos esa misma potencia hecha carne, pensamiento y acción.

Gaza: cuerpos sacrificables

Hoy quiero invitarte a una conversación muy distinta a las que usualmente tenemos aquí, pero profundamente conectada con el corazón de este podcast. Hablé con Juan Ricardo Aparicio, docente de la Universidad de los Andes, sobre lo que está ocurriendo en Gaza. Una situación que nos confronta con algo que atraviesa todos los temas que hemos explorado: cómo algunos cuerpos son vistos como dignos de cuidado, de duelo y de vida, mientras que otros son desechados, invisibilizados o considerados sacrificables.Esta es una reflexión de revisión historica, pero también sobre cómo se jerarquiza el valor de los cuerpos en nuestro mundo.

Ir más despacio para ser más feliz

En este episodio del podcast Yo debería ser flaca hablo sobre la felicidad: qué es, de qué está compuesta y qué no es. Me apoyo en el trabajo de la psicóloga Laurie Santos, quien se dedica a investigar y proponer abordajes concretos y aplicables para cultivar la felicidad.Con frecuencia, la felicidad se entiende como una fantasía inalcanzable, un estado permanente de emociones positivas al que solo unos pocos logran acceder. Pero eso no es la felicidad. No es una realidad posible para el ser humano. El paquete de la experiencia humana siempre incluye dificultad y retos; y eso no constituye un obstáculo para la felicidad.Además, este episodio gira en torno a una idea central: la importancia de ralentizar. Ir más despacio, entrenar el músculo de la atención y aprender a habitar el momento presente son habilidades que se entrelazan con nuestra capacidad de cultivar felicidad.

Permiso para enfermar

En este episodio del podcast Yo debería ser flaca comparto cómo he aplicado el concepto del permiso incondicional a los quebrantos de salud que he tenido en las últimas semanas.Cuando escribí mi libro, lo hice enfocándome en cómo este permiso nos ayuda a sanar la relación con la comida, el cuerpo y la ansiedad. Con el tiempo he comprendido que darnos el permiso de recibir nuestra experiencia humana no se limita a esos ámbitos: es un recurso que podemos llevar a todas las circunstancias de la vida.En cada momento de vulnerabilidad, cuando nos sentimos abrumadas o caminando sobre terreno incierto, podemos apoyarnos en la fuerza inmensa de permitirnos sentir lo que sentimos, sin pelear con ello. Y es justo allí, en ese acto de rendirnos con compasión, donde paradójicamente descubrimos resiliencia y claridad para tomar decisiones más asertivas.

Por qué el permiso incondicional te cambia

En este episodio de Yo debería ser flaca te comparto en detalle por qué mi libro se llama Permiso incondicional. ¿Por qué hablar de “permisos”? ¿Y por qué de “incondicional”?En sus páginas exploro tres permisos esenciales: el permiso para comer, para sentir y para habitar tu cuerpo tal como es. He descubierto que concedernos estos permisos es profundamente liberador: nos abre la puerta a vivir nuestra experiencia humana como algo legítimo, sin juicio ni condiciones. El permiso es, en realidad, el camino para poner fin a la lucha interna.Darnos permisos nos acerca a la verdad de quienes somos: seres complejos, vulnerables, llenos de paradojas. Y es precisamente en esas cualidades donde reside nuestro inmenso valor y la profundidad que merecemos habitar plenamente.

Mi segundo libro: Permiso Incondicional

En este episodio de Yo debería ser flaca quiero compartir algo muy especial contigo: el lanzamiento oficial de mi segundo libro, Permiso Incondicional: una guía para comer sin culpa, habitar tu cuerpo y transformar la ansiedad en confianza.Este libro, publicado por Penguin Random House, nace de mi deseo profundo de acompañarte a dejar de pelear contigo misma. Es una invitación a soltar la culpa, a habitar tu cuerpo con ternura y a transformar la ansiedad en un espacio de confianza.Mientras lo escribía, pensaba en todas las veces que yo misma me sentí atrapada en la exigencia y en la lucha, y en lo liberador que fue descubrir que podía darme un permiso radical: el de ser humana, con todo lo que eso implica. Este libro te invita a que te brindes este permiso y veas por ti misma las maravillosas posibilidades que se despliegan.

Una pregunta que me libera

En este episodio del podcast Yo debería ser flaca me inspiro en una conversación que escuché recientemente con la psicóloga Laurie Santos, sobre qué determina realmente nuestra felicidad.Santos es profesora de un curso muy popular sobre bienestar en la Universidad de Yale, y ha investigado durante años qué factores impactan nuestro nivel de satisfacción con la vida. Lo más sorprendente es que no es lo que solemos pensar: no se trata tanto de nuestras circunstancias externas, sino de nuestra mentalidad y nuestras acciones cotidianas.Estoy ahora de regreso —por un mes— en la casa en la que viví casi cinco años. He vuelto con mi hijo para pasar las vacaciones, y al recorrer estos espacios tan conocidos, contemplo lo abruptamente que ha cambiado mi vida. En este contraste tan marcado, resuena con fuerza lo que plantea Laurie Santos: lo que más influye en nuestro bienestar no es lo que nos pasa, sino cómo nos relacionamos con lo que nos pasa. La vida cambia —y siempre va a cambiar—, pero lo más determinante es quiénes somos frente a esas transiciones, especialmente cuando nos duelen.

Sobre el podcast

¿Qué conversaciones necesitamos tener las mujeres para abandonar las imposiciones sociales? Este pódcast es una invitación a esta conversación.