Back in Black: la resurrección de AC/DC

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En la música abundan los hermanos. Los hermanos cabrones. Los que se odian, insultan y compiten. Los lazos de sangre que han impulsado el rock. Los Davies, los Gallagher, los Knopfler o los Allman. Luego están ellos, los Young, los exiliados escoceses que crecieron marginados en Australia y que se conjuraron para vivir siempre por y para el rock and roll. George, Malcolm y Angus crearon ACDC y convirtieron esa banda en la más grande del rock y siguieron juntos, hermanados. Hasta que, como los buenos matrimonios, la muerte los fue separando.

ACDC irrumpió en la música con la idea de ir a por todas, de no dejarse nada dentro. En 21 meses grabaron sus cuatro primeros discos y luego llegaron a Europa y más tarde a EEUU para comerse el mundo. Cuando mejor estaban, cuando tras mucho trabajo, las cosas se ponían de cara, murió su cantante. “Al principio no sabíamos qué hacer, no queríamos a nadie que lo imitase, cuando Brian apareció nos voló la cabeza”, contaba Angus en una entrevista de la época.   

La muerte de Bon Scott llegó con la banda irrumpiendo en EEUU, país que conquistaron a base de giras y más giras. "En un año hicimos más que los Rolling Stone en toda su carrera", bromeaba el grupo. A pesar del duro golpe, ACDC se levantó rápido. Unos meses después de la muerte de Scott volvían al estudio junto a su nuevo cantante para grabar Back in Black, su tributo al amigo caído.

Con aquel disco los hermanos Young tocaron el cielo, vendieron millones de copias impulsados en parte por el morbo y en parte porque habían firmado una colección de canciones que se ganarían la eternidad y que pasarían a ser recitadas de memoria. 

Esta semana dedicamos el Sofá Sonoro a recordar esa historia y esas canciones de la mano de Toni Castarnado y Lucía Taboada.

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Dinah Washington, la Amy Winehouse de los 50

En 1959, Washington grabó 'What a Difference a Day Makes!', un trabajo que la convirtió en una gran estrella y cambió su carrera. Ya en la cima se comió Nueva York con fiestas legendarias antes de abrir su propio club en Chicago, local frecuentado por la mafia. Para entonces ya era una mujer dependiente de las pastillas y con problemas con el alcohol. Su muerte, tremendamente joven, bien pudo servir de anticipo de lo que le sucedería décadas después a Winehouse. Dinah al menos tuvo tiempo para dejarnos sobradas muestras de su talento.Otros programas relacionadosEl ocaso de Billy HollidayLa guerra de Nina Simone

Manic Street Preachers y la desaparición más misteriosa del rock

The Holy Bible, el tercer álbum de los galeses Manic Street Preachers es una llamada de auxilio de su compositor Richey Edwards, autor del 75% de las letras de este disco oscuro, claustrofóbico por momentos y tremendamente personal.Durante la extraña gira mundial del álbum -Tailandia, Portugal y Reino Unido- Edwards ingresó en una institución mental para estrellas, la misma por la que pasó Amy Winehouse y en la que coincidió con Eric Clapton. Tras salir de allí, Edwards desapareció en la víspera de un viaje promocional a Estados Unidos. Nunca se le volvió a ver hasta que en noviembre de 2008 fue oficialmente dado por muerto.Recorrer las canciones de The Holy Bible es una experiencia intensa, cruda y también vigorizante. Las canciones del álbum rompen con la temática dominante del britpop y aunque el tercer disco de los galeses coincidió con la publicación del debut de Oasis o el Parklife de Blur, sus canciones parecen sacadas de un mundo distinto. Los temas de Edwards hablan del consumismo, del auge del fascismo o de la anorexia. Todo un vuelvo al hedonismo inglés de los noventa.Esta semana queremos recordar esa historias y esas canciones, ver el peculiar contexto musical y personal en el que fueron creadas y recordar un disco demasiado olvidado de una banda que triunfó a lo grande años después de la desaparición de su letrista.

Beyoncé y la traición a la reina del pop

A veces, la génesis de una obra maestra se encuentra en pequeños detalles. Una tarde de abril de 2015 una anciana llamada Hattie White celebraba en familia su noventa cumpleaños, en un momento dado la abuela pronunció una frase sin apenas importancia, pero a la vez tremendamente reveladora. En la vida me dieron limones, así que hice limonada. Esa frase inspiró el título de la obra maestra de Beyoncé.Lemonade fue la respuesta de la cantante estadounidense al terremoto que vivió su vida personal después de la traición adultera de su marido. Beyoncé cogió esa rabia y la convirtió en su siguiente proyecto, un álbum que analiza las relaciones sentimentales de los afroamericanos en toda su complejidad. Un estudio sociológico abrumador y genial que responde a la idea de que a veces para entenderse a uno mismo hay que entender de dónde viene. Todo eso quiso Beyoncé plasmar en un disco que retrata a la mujer afroamericana y también su propia historia, raíces, incluso las dudas del presente. Lo que la cantante anhelaba era hacer un retrato de cómo la esclavitud había afectado a las relaciones sentimentales entre los afroamericanos.El resultado de ese viaje, acompañado de un espectacular álbum visual, fue uno de los discos más asombrosos de su carrera y también de este siglo. Un trabajo que recorremos de la mano de nuestro analista Mario Tornero y con los reportajes de Lucía Taboada.