El terremoto calorro de Estopa

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Cuando David Muñoz podía, siempre elegía el turno de noche en la fábrica. Prefería el silencio. El trabajo monótono, la rutina que le permitía pensar en letras mientras ensamblaba piezas. Cuando lo necesitaban, David y José pedían el día libre para ir algún bolo. Un día pidieron el día para ir a Madrid. Iban a firmar un contrato. Martínez, el jefe de la fábrica, les dio el día, pero les pidió ver luego la cartilla para que demostraran que habían ingresado dinero. Así, de la manera menos glamurosa y más de calle, nació una de las bandas más importantes de las últimas décadas.La irrupción de Estopa en los últimos meses del siglo fue una de las grandes sorpresas de aquellos años. La banda llevaba un tiempo haciendo ruido con una maqueta que, antes de las redes sociales, se había hecho viral. Un rumor que circulaba de coche en coche en un secreto que se fue de madre.La edición del disco unos meses después marcó el comienzo de un fenómeno que traspasó todas las barreras de edad, clase, género o estilo musical. En una España casi tan fraccionada como la de ahora parecía haber quorum en una cosa, a todo el mundo le gustaba Estopa.Esta semana vamos a recordar el debut de la banda de los hermanos Muñoz y lo hacemos de la mano de Jordi Bianciotto, autor de la más reciente biografía de Estopa, y con los reportajes de Lucía Taboada.

Más episodios

El amor de los músicos a la música

Un programa especial de versiones, discos tributo y homenajes musicales.PLAYLIST | Todas las canciones del programahttps://open.spotify.com/playlist/4mqPiUWhUj7iOIhKkvSP8v?si=6a7e36f2f33540d1

Las clases de historia de Ella Fitzgerald

Entre 1956 y 1964, Ella Fitzgerald editó una serie de ocho discos que rindieron tributo a los hombres y mujeres que habían dado forma a eso que se llamó El Gran Cancionero Americano, canciones de musicales de Broadway y de películas de Hollywood que formaron la banda sonora de la primera mitad del siglo XX. Aquel movimiento redimensionó la carrera de Fitzgerald tras sus años en Decca y fue su gran legado como artista. Esos cancioneros o Songbooks rindieron tributo a Cole Porter, Duke Ellington, Irving Berlin o los hermanos George e Ira Gerswin y asentaron su obra y legado entre los amantes del jazz convirtiendo sus composiciones en algo atemporal y eterno. Esta semana recorremos esos discos de la mano del periodista Manuel Recio y con los reportajes de Lucía Taboada. 

Jarabe de Palo y el verano de La Flaca

Pau Donés ya tenía 30 años cuando su vida cambió para siempre gracias a una canción y a un anuncio de televisión de una marca de tabaco. El debut de la banda había pasado sin hacer mucho ruido por 1996, pero aquel anuncio convirtió a La Flaca en la canción del verano de 1997 y disparó las ventas y la fama del grupo. Jarabe de Palo lo tenía todo para ser una banda de un solo éxito, para vivir su momento de gloria antes de desvanecerse y ser olvidados. Sin embargo, Pau Donés ha acabado compartiendo escenario con Pavarotti, Celia Cruz, Jovanotti o la flor y nata de la música española.El tremendo comienzo del grupo tuvo continuidad cuando en su segundo disco la banda presentó Depende y demostró que su talento para hacer grandes canciones para la radio iba más allá de ese primer éxito. Poco a poco, disco a disco, Donés y sus amigos fueron construyendo una carrera seria y con buenos fundamentos que los consagraron como una de las formaciones más importantes de su generación.La triste muerte del músico nos dejó una importante lección de vida y la excusa para recorrer aquellos primeros años cuando Pau tenía todo el tiempo del mundo y ganas de comérselo en dos bocados. De la mano del periodista David Moreu y Lucía Taboada recordamos aquellos años finales de los noventa.