Caracol Podcast
En este episodio del podcast de Yo debería ser flaca hablo sobre aprender a trabajar con el sistema nervioso. Esta educación esencial no la recibimos de pequeños y, consecuentemente, muchos de nosotros aprendemos a intervenir en nuestro sistema nervioso cuando ya hemos tocado un límite de cansancio extremo, burnout o somatización de algún estilo.
La buena noticia es que nuestro sistema nervioso es plástico, y puede aprender nuevas formas si practicamos cotidianamente. Aprendemos a equilibrarnos, ya sea para activarnos o calmarnos, lo cual fortalece la resiliencia emocional y física.
En este episodio de "Yo debería ser flaca" exploro un cambio fundamental: dejar atrás el pensamiento binario en nuestra relación con la comida. Este cambio es posiblemente el más importante para sanar nuestra relación con la alimentación y nuestro cuerpo. La mentalidad de dieta nos atrapa en un pensamiento "todo o nada", donde oscilamos constantemente entre hacer las cosas "perfectamente bien" o caer en el extremo opuesto al menor "desliz". Este patrón cognitivo es una trampa que genera ciclos destructivos. Cuando sentimos que hemos "fallado" en seguir perfectamente un plan alimenticio, tendemos a desbocarnos completamente, tener atracones, juzgarnos duramente y convencernos de que nuestro vínculo con la comida está irreparablemente quebrado.La realidad es que la alimentación existe en una escala de grises, no en blanco y negro. Cuando adoptamos una perspectiva más matizada, podemos ver que: Un solo alimento, comida o día no define nuestra relación general con la alimentaciónLas fluctuaciones en nuestros hábitos son normales y esperables, no señales de fracasoLa consistencia imperfecta a largo plazo tiene mucho más valor que la perfección temporalNuestro valor como personas no está vinculado a lo que comemosAbandonar este binario significa desarrollar una relación más flexible y compasiva con la alimentación. Implica reconocer que los momentos de imperfección son oportunidades de aprendizaje, no catástrofes. También significa liberarnos del agotador monólogo interno que constantemente juzga cada decisión alimenticia como "buena" o "mala".
En este episodio de Yo debería ser flaca converso sobre el costo de la inacción. Es decir, cómo nuestra decisión de no tomar acción también tiene consecuencias reales en nuestra vida, tanto en el presente como en el futuro. Es completamente comprensible que los procesos de cambio despierten parálisis o resistencia.Sin embargo, es importante recordar que dejar intactos nuestros hábitos y patrones disfuncionales también genera un costo: va dejando su propia estela de daños. Principalmente, reduce las posibilidades de nuestra vida, la constriñe, porque estos patrones nos mantienen dentro de una realidad conocida, pero nada expansiva.
En este episodio de Yo debería ser flaca, converso con mi querida amiga Daniela Kammoun sobre los cambios que pueden aparecer en la relación con el cuerpo después de un divorcio. Compartimos nuestras propias vivencias y cómo una separación puede abrir la puerta a una nueva conversación: ¿cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo en esta etapa que comienza?Hablamos, desde la honestidad y la vulnerabilidad, de temas que pocas veces se dicen en voz alta: resignificar el deseo, reconstruir la confianza corporal, atravesar el miedo a mostrarnos y descubrir las posibilidades y aprendizajes que también trae este momento.Es una invitación a mirar el cuerpo —y nuestra historia con él— desde un lugar más compasivo, más real y más libre.